viernes, 7 de noviembre de 2008

Lo reivindico: Quiero ser un niño cabrón.


Todos crecemos. Ya, sa jodio. Y engordamos y nos arrugamos... básicamente esto me importa un güevo.

Si pero unos crecen más que otros. Incluso los hay que crecen a más velocidad que la que les correspondería por edad biológica. Otros sin embargo crecen, les salen cada vez más pelos y hasta se les ponen blancos... pero una parte de ellos  se queda ahí. Contra viento y marea.

En ese trance y como casi en todo, siempre hay un " me encanta, es como un niño " y como no, un " joder, a ver si maduras ".

Me temo que los diplomáticos y / o aquellos que ejercen de tal, son muy poco niños. Si te dicen "si" puede ser, "puede ser" será casi seguro que no y "creo que no" es un "no" rotundo. El "no" no existe; vaya a ser que...

Y no hablo de hacer pis en mitad de la calle, porque tenía ganas, que eso es educación. Hablo de no dar vueltas. Me gusta o no me gusta. Quiero o no quiero.

Cuanto pagaríamos por tener la capacidad de leer el pensamiento?

O eso o nos hacemos expertos en la interpretación de los gestos: un gesto = 1000 palabras.

Permítete  ser malo, travieso, picarón... y si no quieres " prestar tus juguetes" no lo hagas; seguro que encuentras un amiguito al que si te apetece hacerlo.

Lo malo es que si eres adulto, aunque niño, y te topas con un niño cabrón, de niño a niño... a ver quien es más cabrón... y que no te vea Garzón.

Que pelea con el mundo, por Dios.



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